Desde su fundación en 1946, la participación de iglesias cristianas locales han sido parte fundamental en las respuestas de CWS a situaciones de desplazamiento forzado de personas. Cuando a comienzos de 2019 concebimos esta investigación, lo hicimos con la convicción de que, a la hora de recibir extranjeros, las iglesias cristianas locales seguían siendo tan esenciales en el contexto migratorio global actual como lo fueron hace aproximadamente tres cuartos de siglo.

Sin embargo, mientras que nuestras propias conexiones con las redes ecuménicas regionales y nacionales en América Latina y el Caribe son históricas, caímos en la cuenta de que no habíamos cultivado relaciones tan cercanas con comunidades de fe de base -la iglesia en la comunidad- y, particularmente, con aquellas que apoyan a migrantes. Solo de manera anecdótica, estábamos al tanto de algunas de las respuestas implementadas por estas iglesias para hacer frente a la crisis migratoria venezolana. En la búsqueda de aprender más acerca del trabajo de las iglesias locales cristianas, protestantes y evangélicas, encontramos un vacío en la literatura -y, al parecer, falta de un reconocimiento más amplio- de estos esfuerzos para ofrecer apoyo a los venezolanos que huyen de las difíciles circunstancias que aquejan a su país.

Nos embarcamos en este proceso con el objetivo de entender dónde, por qué y cómo responden las iglesias cristianas locales a la migración venezolana. Lo primero que pudimos confirmar fue que la motivación principal de estas comunidades era, ante todo, el cuidado de los más vulnerables. Aprendimos sobre los abordajes creativos que se implementaron a la hora de movilizar recursos locales y voluntariado. Conocimos la capacidad del liderazgo de las congregaciones, que han puesto en juego su capital social e involucrado a otros en este proceso, incluyendo a líderes religiosos migrantes, lo que permitió que las actividades pudieran ser sostenidas y expandidas. Muchos describieron el compromiso moral con la provisión de unos cuidados similares a los estándares de asistencia humanitaria. Es así que, aunque en un principio fuera algo impensado, para CWS esta investigación significó, de alguna manera, un “redescubrimiento” de sus propias raíces como organización basada en la fe que trabaja con migrantes y refugiados.

A comienzos de 2020, no mucho después de completar las entrevistas, la pandemia del coronavirus se convirtió en una realidad global. Guayaquil, una de las ciudades donde las entrevistas fueron llevadas a cabo, se convirtió en el primer epicentro de la región. Como luego ocurriría en otros lugares, los migrantes que trabajaban en la economía informal y alquilaban fueron de los grupos que primero sintieron los impactos de la pandemia. Las iglesias cristianas locales han respondido ofreciendo albergue temporario a los migrantes que enfrentaban desalojos, o bien contactando a autoridades para que los programas sociales llegaran a todas las personas, sin importar su nacionalidad. Estas además han ofrecido asistencia de todo tipo y se han preocupado por la situación de los migrantes venezolanos que siguen en tránsito -muchos enfrentando graves peligros-, sin la posibilidad de quedarse donde están y, no obstante, sin más alternativas que aquellas que los llevan de vuelta a vivir las situaciones complejas de las que escaparon.

Pero es justamente en tiempos de crisis cuando más necesitamos llevar a cabo acciones llenas de esperanza y fe. En palabras del Reverendo John McCullough, nuestro Presidente y CEO, “La comunidad de fe tiene algo poderoso para ofrecer a quienes se encuentran devastados. Ninguna comunidad puede hablar como nosotros sobre la esperanza, dado que no hay nadie que conozca mejor que nosotros el poder de la empatía; y no hay como nosotros a la hora de inspirar la convicción de que hay soluciones para los problemas globales más complejos, dado que nosotros creemos que en Dios todo es posible.”

Esperamos que este informe pueda echar luz sobre el rol fundamental que han cumplido y cumplen las iglesias cristianas locales en el acompañamiento a migrantes venezolanos. Tenemos fe en que, al ver estos esfuerzos, podremos también abrigar la esperanza de un mejor futuro para las personas desplazadas.

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